Siempre encontraba algo allí. Lo recuerdo bien. Metía la mano y siempre había algo interesante y dejaba que mi imaginación corriera libre. Quizá no sabía lo que era o para qué me serviría en realidad, no importaba. No me preocupaba cómo había llegado allí, ni dónde iría después de haberlo utilizado. Solo sentía que en cuanto mi mano entraba allí, encontraría justo lo que iba a necesitar.
ELLA nunca fallaba.
Nunca había pensado el esfuerzo que suponía, del tiempo que llevaba verlo y ponerlo en el sitio exacto donde mi mano lo encontraría en el instante que yo lo buscara. No importaba los años que pasaran ni lo mayor que se estuviera haciendo, ELLA nunca fallaba. Esos escondites siempre estaban llenos para mí.
Intenté hacerlo igual. Mi mano ya no era pequeñita ni el bolsillo era el mismo, ni podía encontrar nada por más que buscara. Era necesario algo más que meter la mano, pero yo sólo tenía la conciencia de que lo que necesitaba iba a estar allí, como siempre lo había hecho con ELLA. Hacía falta encontrar algo que añadir, pero ¿qué podía ser? Nada de lo que metía me daba esa sensación de felicidad que sentía cuando no era el mío. Cómo añoraba ver que de ELLA siempre obtenía justo lo que necesitaba y cómo dolía no ser capaz de encontrarlo en mi propio bolsillo.
Pero llegó Él. Metió su pequeña manita, igual que yo lo había hecho antes. Sacó algo. Algo que ni siquiera yo sabía que estaba. Quizá había estado allí siempre. Quizá mi mano grande no era capaz de sacarlo. Y con la suya llegó como si estuviera hecho para ser encontrado sólo con una mano de ese preciso tamaño. Sus ojos eran los míos. Su brillante mirada me llevó a estar con ELLA de nuevo. A darme cuenta de lo que guardaba para mi. Todo encajó.
Sus dulces palabras «¡Justo lo Que Quería!» Hicieron brotar de mis bolsillos vacíos, secos, estériles, un mar de sensaciones que nunca pensé que podrían caber allí.
Su mano se hará grande, como lo hizo la mía. Algún día ya no entrará en esos huecos, pero confío en que no olvide esos momentos en los que su mirada ilusionada y su inquieta manita encontraba algo para Él. «Justo lo Que necesitaba», mi vida.