Verán, cuando hablamos de seguridad alimentaria, es habitual que pensemos en aditivos, microorganismos… pero no siempre somos conscientes que, quienes se encargan de que nuestros alimentos sean más seguros también se preocupan de contaminantes presentes en los alimentos.
¿Contaminantes? ¿en alimentos?
Si aún siguen ahí y no han salido corriendo, continúen leyendo, aunque sea con los ojos como platos y ya verán que también está controlado. De esto se encargan la EFSA como autoridad europea en seguridad alimentaria y la AESAN en nuestro país. Por eso… #EUChooseSafeFood
Empecemos por definir qué es un contaminante: “son sustancias que no han sido añadidas intencionadamente a los alimentos, pero que se encuentran en los mismos como resultado de las diferentes etapas que siguen a lo largo de la cadena alimentaria o como consecuencia de la contaminación ambiental.”
Que no se añaden intencionadamente. Esa es la clave.
NOTA: Los aditivos no son contaminantes y se regulan por otras normativas. Huelga decir que su seguridad está avalada por estudios científicos y los comités de la EFSA se encargan de revisarlos.
Pese a que muchos contaminantes han estado en la tierra “desde siempre” o se generan por procesos naturales, muchos de ellos se han incrementado por nuestra actividad. Igual alguien piensa que los retos que tenemos planteados de cara al futuro no están interrelacionados, nada más lejos de la realidad. La contaminación ambiental tiene un impacto negativo sobre los alimentos y puede implicar un riesgo para la salud de los consumidores, por eso se debe conseguir que estos contaminantes se mantengan en niveles aceptables.
Un ejemplo es el arsénico en el arroz. En España no hay excesivo problema, pero en la India, por ejemplo, los suelos tienen mucho arsénico. Eso pasa al arroz y del arroz a las personas. Por eso tenemos suerte de que las autoridades revisen, actualicen y pongan a disposición de productores una serie de normativas, del mismo modo que realicen recomendaciones a los consumidores (como el consumo de las cabezas de las gambas por el cadmio https://www.aesan.gob.es/AECOSAN/web/seguridad_alimentaria/ampliacion/cadmio.htm , el mercurio en pescados de gran tamaño o la acrilamida en los productos “dorados y no tostados”) y así estar lo menos expuesto posible a estas sustancias. Y es que algunos contaminantes como la acrilamida, aparece de forma intrínseca al cocinado de los alimentos y, cuanto más conocimiento se tiene, mejor se puede actuar y recomendar.
Por eso la seguridad alimentaria tiene una base científica muy importante.
Aquí tenéis más info sobre la acrilamida:
https://www.aesan.gob.es/AECOSAN/docs/documentos/noticias/2018/CUADRIPTICO_ACRILAMIDA_AECOSAN.PDF
En el Reglamento 315/93 ya se establecen procedimientos en relación a los contaminantes presentes donde indican buenas prácticas de fabricación, la prohibición de comercializar alimentos con límites inaceptables y, por supuesto, la necesidad de establecer estos límites.
Estos límites los da el Reglamento 1881/2006 que se actualiza siempre que es necesario (hace unos días ha tenido una nueva revisión donde fijan límites aún menores de plomo y cadmio en algunos alimentos). Ciertamente no recoge absolutamente todos los contaminantes posibles, no tiene sentido, pero sí los que pueden suponer un problema para la salud pública.
Quien decide qué es un contaminante o no, es la EFSA, como organismo científico independiente de la Unión Europea que evalúa los riesgos presentes en los alimentos. Se recopila toda la evidencia científica sobre un contaminante y se establece un valor de referencia toxicológico.
A diferencia de los problemas que nos puede dar una toxiinfección, que son agudos, inmediatos, la mayoría de los contaminantes químicos tienen un efecto a muy largo plazo, es decir, porque se acumulan a lo largo de toda la vida. Por eso, ese valor guía es la máxima cantidad de contaminantes a la que puedes estar expuesta la población a través del consumo de alimento y también del resto de fuentes posibles durante toda la vida de forma segura, es decir, sin presentar efectos tóxicos de ese contaminante. Por eso es importante que desde los productores se realicen prácticas correctas, cumpliendo las normativas que garantices unos niveles de exposición aceptables. Del mismo modo, nosotros como consumidores, también debemos seguir las recomendaciones que tanto la EFSA como la AESAN elaboran y comunican.
¿Qué hacemos con los que tienen un efecto agudo? El valor que presentará la EFSA será la máxima cantidad del contaminante que puede ser ingerida de una sola vez en un alimento para evitar que aparezcan estos efectos adversos inmediatos.
Con todos estos datos, se calculan los riesgos de exposición en grupos vulnerables (niños, embarazadas, ancianos) o por grupos de población (como los que están más expuestos al cadmio por alto consumo de marisco). EJEM.
Con estos cálculos, tanto desde Europa como la AESAN a nivel nacional, generan guías y recomendaciones que publican, informan y distribuyen para que todos los consumidores estemos al día de las últimas actualizaciones.
Y por todo esto (y mucho más) seguimos teniendo los alimentos más seguros. #EUChooseSafeFood
Ahora ya tienen la información, en su mano está la decisión.
Gemma
Este post forma parte de la campaña #EUChooseSafeFood