Episodio 15. Uniformes: Imperio vs. Hospital

Por , el 25 septiembre, 2017. Categoría(s): farmagemma ✎ 2

Cuestión de necesidad

Verán, en el Imperio somos muy de estar bien identificados. Que se nos distinga bien de la Resistencia, por la cuenta que nos tiene. Vamos completamente equipados para que se nos vea de lejos y ya de paso, proteger su alimento.

Así, discretitos.

No se crean, tenemos una equipación completa para asegurar lo más importante: no contaminar el producto.

Se realiza un análisis de riesgos para valorar cómo tiene que ir cada soldado dependiendo de la zona en la que trabaje. No todos necesitan una “cobertura total” pero sí hay unas normas básicas que pueden pasar a ser más estrictas dependiendo de la parte del proceso en la que nos encontremos.

Así, sí. Esto es una cofia.

Siempre, y digo siempre, es necesario el uso de cofia. La cofia es similar a un gorro pero que cubre todo el pelo. Pero todo, no como se ve por ahí a la gente tan mona con su cofia en la parte de atrás de la cabeza, con todo el pelo por fuera. Y sí, si tienes pelo en la cara, llevarán un cubrebarbas.

Tal que así, un soldado Imperial perfectamente equipado.

Intentamos que sean desechables para asegurar que no va a quedar ningún pelo enganchado de un día para otro. Ya les conté hace tiempo que para nosotros los peligros físicos, como que no encuentre un pelo en su producto, son fundamentales. Utilizamos mascarilla si estamos en contacto con el producto. En la boca y nariz de casi la mitad de la población podemos encontrar un ejército de bacterias Staphylococcus aureus. Aunque no se presente enfermedad, pueden transmitirlo a través de estornudos o gotitas que puedan caer encima del producto al hablar. No es moco de pavo el tema. Aquí viene explicado.

http://www.analizacalidad.com/docftp/fi1116staphy.htm

En cuanto a la ropa, debe ser cómoda, sin bolsillos ni cremalleras, puede tener corchetes si son metálicos y existe un detector de metales que rechazara el producto si uno de ellos se desprendiera. Si no lo hay, no puede haber ni siquiera corchetes. Los zapatos son específicos de la zona de trabajo y son de seguridad (con refuerzo especial). No pueden utilizarse para salir a la calle. ¿Se imaginan pisar “algo extraño” y que eso pueda llegar a lo que se llevará después a la boca? Impensable. Por eso hay vestuarios separados de la zona de producción, y cada persona posee dos taquillas, una para la ropa de la calle y otra para la de trabajo. No pueden mezclarse, piensen en todos los sitios por los que pasa su ropa a lo largo del día y ahora piense en que eso está en lo que come. Por encima de todo está su seguridad.

Más o menos algo así. Soy yo, y estoy cometiendo una infracción. ¿Sabe cuál?

Si el alimento no va a llevar una elaboración después (en el Imperio los llamamos “ready to eat” — listos para comer — ), los controles son aún más escrupulosos. Incluso se realizan en unas zonas especiales (salas blancas) donde existe otro vestuario mucho más controlado (y muchísimos otros requisitos, pero hoy estamos con la ropa).

No sólo vamos equipados por fuera, sino que hay condiciones que hay que cumplir para poder acceder a una planta de producción en alimentación.

No se puede usar maquillaje si se está en contacto con el producto. Las uñas deben estar cortas y sin pintar. Debajo de las uñas puede acumularse suciedad y algún resto de esmalte puede caer en el producto.

Aunque se utilicen guantes, las normas son las mismas. Uñas cortas (largas pueden romper el guante) y sin pintar, manos limpias y un último detalle importante: absolutamente prohibido los objetos personales. Ni anillos, ni pulseras, ni pendientes, ni relojes, ni nada de nada. No sólo por la posibilidad de que se acumule suciedad sino también por nuestra propia seguridad, se pueden enganchar en una máquina, caer en una línea de producción o que vayan dentro de su comida. Si se encuentra un pendiente en el chorizo, no le ha tocado el premio, simplemente no están siguiendo las normas básicas de las Buenas Prácticas de Manipulación.

Imagina más o menos las “pintas” que llevamos, ¿verdad? Todo es poco para garantizar la seguridad. De todas maneras, usted no merece menos ¿O sí?

Después de lo que le he contado le parecería impensable que yo saliera a la calle a comer algo con esta ropa de trabajo, que paseara donde puede haber colillas o incluso fumara con lo que va a estar en contacto con su comida. ¿Le parecería lógico que fuera desde mi casa con la ropa de trabajo?

Imagine que la suciedad de mis largas uñas pintadas tocaran la fruta que le da a su hijo para almorzar. No podría estar tranquilo, ¿verdad?

¿Y por qué eso sí se tolera en hospitales? ¿Por qué vemos a personal sanitario con sus uniformes en la cafetería, en la calle, fumando…?

Desde luego en los quirófanos la seguridad es más estricta, pero no sólo merece esa seguridad si le van a operar. La merece siempre.

¿Por qué no se ve un riesgo en poner o quitar un suero con objetos personales que pudieran engancharse y tirar de su vía?

¿Por qué los zuecos que lleva dentro de una planta de hospital tienen que llevar migas o papeles de la cafetería?

¿Por qué si usted está enfermo merece menos protección que si come?

Es imprescindible la concienciación por parte del personal sanitario de la importancia del control del vestuario para la seguridad del paciente.

Hay recomendaciones que deben cumplirse concienzudamente, porque usted, usted, no merece menos.

Ahora ya está mosqueado y dispuesto a liarla con el primer sanitario que vea uniformado en la calle, ¿si? ¡No! ¡Pare ahora mismo! Mejor que empezar enfadándose, vamos a mirarnos a nosotros mismos. Porque también entramos en los hospitales con enseres innecesarios y nada apropiados para el sitio donde vamos. Flores, comida (qué mal le va a hacer este bombón)… y bueno, nuestros amigos los “pulpitos” y demás accesorios que nos podemos encontrar en una UCI neonatal. Nuestras manos, nuestro entorno está llenito de bacterias. Paseamos los pulpitos y collares por ahí y luego se los ponemos cerquita de un frágil neonato o un bebé prematuro. Ponemos en riesgo a un bebé que está peleando duro, igual que los profesionales que le atienden para que salga adelante. No les estropee el esfuerzo ni a uno ni a los otros provocando una infección innecesaria. No necesitan más que el amor de sus familias, y eso lo sentirá.

Como ve, la ropa no es cuestión de broma. Es imprescindible un cambio de actitud en todos y concienciarnos que lo que llevamos encima no es sólo “ropita”.



2 Comentarios

  1. Pues no estaría mal concienciar a algún cocinero famoso y equipo, que a menudo ha salido en televisión cargado de pearcings, pulseras, sin gorro….. . Queda muy cool pero da una imagen distorsionada y vete tú a contarle después al resto de manipuladores de alimentos que deben mantener las normas higiénicas.
    Un placer leerte!!

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Por Gemma del Caño, publicado el 25 septiembre, 2017
Categoría(s): farmagemma