Rogue One 7: ¿Qué les pasa a los huevos holandeses?

Por , el 7 agosto, 2017. Categoría(s): farmagemma

Gestión de alerta alimentaria

Hoy adelantamos Rogue One porque la ocasión lo merece: ha ocurrido una alerta alimentaria europea que ha llegado a la prensa. Verán, alertas alimentarias ocurren con frecuencia pero existe una clasificación que las filtra según su importancia. En la siguiente página comprobamos las alertas y desde el Imperio revisamos periódicamente si alguna nos afecta.

Una vez analizada, se valora la importancia, y si se considera necesario, se informa a la prensa también. Esto tiene sus pros y sus contras: la difusión es rápida y llega a gran parte de la población, pero por contra estamos sujetos a posibles informaciones sesgadas y alarmas desproporcionadas.

Ahora que ya teníamos claro lo del colesterol, llegan los pesticidas. Si es que no les dejamos tranquilos. Están hasta los ídem.

¿Realmente son tan peligrosos los huevos de los holandeses? Dicho así suena fatal, así que vamos a hablar de cómo han llegado a ser noticia. Retrocedamos hasta las que ponen los huevos.

Las gallinas, como el resto de animales, no están exentas de sufrir plagas por insectos, una de ellas es el ácaro rojo o Dermanyssus gallinae (piojillo, vaya). Se trata de un parásito externo, que en realidad no es rojo, sino traslúcido. Se “pega” a la gallina y se alimenta de su sangre, por eso cuando está “llenito” se ve rojo. Para ser estrictos, no es peligroso para el hombre pero provoca en la gallina una fuerte anemia (tienen la cresta y pico muy pálidos), le produce estrés y deja de alimentarse, por lo que pone menos huevos y de peor calidad (no aptos para consumo humano). Por no hablar de lo que sufren las pobres gallinas despellejándose por los picores.

Aquí, el “bichejo”.

El ácaro rojo es un “habitual” en las granjas avícolas pero también puede afectar a otros animales como perros o gatos. Tarda unos 7 días en pasar de huevo a adulto y una vez adulto la “diña” en unos 90 días, pero ya ha tenido tiempo suficiente de liarla dado que se reproducen cada 5 días poniendo unos 30 huevos, de forma que una única gallina puede tener hasta 500 parásitos. El problema de este “bicho” es que, además de afectar a las gallinas por sí mismo, puede ser transmisor de otras enfermedades como encefalitis, varicela, cólera aviar y es portador de Salmonella (¿les suena?). En ataques reiterados pueden provocar la muerte de la gallina por la combinación de estrés y porque dejan de ingerir alimento. No tiene una detección sencilla: a diferencia de otros parásitos, este acude a la gallina, se alimenta durante media hora y vuelve a esconderse, no le gusta la luz. Y si no encuentra alimento, puede aguantar casi 5 meses hasta que lo tenga disponible de nuevo. Un pieza, vaya.

Llegan a las granjas a través de aves silvestres u otros “animalicos” que se pasen por allí sin autorización. Se encuentra muy a gusto en temperaturas de unos 20ºC y con bastante humedad, por eso en verano en zonas del norte de Europa ponen un especial interés. Esta vez quizá hayan puesto “demasiado interés”.

Para evitar que afecte a los animales se suelen utilizar un tipo de pesticidas denominados piretroides. Tienen baja toxicidad y se aplican sobre animales y jaulas. Algo similar se utiliza para matar los piojos cuando los niños empiezan el colegio.

También se utilizan, en menor medida, otros productos como el que nos trae hoy aquí, el fipronil, que es más tóxico y contaminante que los anteriores. ¿Y por qué se usa si es más toxico? Porque a veces no se acaba con ellos “por las buenas” (ya les conté que se esconden). Además, en ocasiones, se producen resistencias a los compuestos habituales y para que no ocurra es necesaria una rotación de productos.

Cuando la plaga es importante, la fumigación de la granja es la mejor técnica para el tratamiento del ácaro rojo. Para ello deben sacarse a los animales, después fumigar y esperar el tiempo de seguridad recomendado por el fabricante (tiempo en el que se garantiza que ya no va a haber producto que contamine) y, cuando haya pasado ese tiempo, arrancar de nuevo (es cierto que algunos productos se pueden utilizar con los animales en el interior de la granja).

El fipronil es una fenil pirazola (que se quedan como están, ya imagino, pero como me lo sé, pues lo pongo), en realidad esta familia de compuestos son herbicidas, pero este es especial: posee funciones insecticidas. Tiene una toxicidad moderada si es ingerido o inhalado y la cantidad absorbida por la piel varía entre especies. Está clasificado por la OMS como un plaguicida de Clase II, moderadamente peligroso, pero se han realizado pocos estudios en humanos y en células no se observaron efectos adversos. De hecho, seguro que si tienen mascota han utilizado la “pipeta” para las garrapatas, ¿adivinan qué tiene? ¡Bingo!: fipronil.

Pinche aquí para ver la ficha técnica.

NOTA: Para quien sí es muy tóxico es para las abejas, por ello prohibieron su uso como herbicida sobre semillas de maíz y girasol hace algunos años, que igual si se utilizaran OGM (Organismos Genéticamente Modificados) no haría falta ningún pesticida sobre ellas, lean a JM Mulet por si les queda alguna duda. Ahí lo dejo.

Sigamos con las granjas holandesas: el uso de fipronil no está autorizado en animales destinados a la cadena alimentaria. ¿Qué ha pasado entonces con los holandeses?

Parece que una empresa de plagas mezcló un desinfectante llamado DEGA-16 con el fipronil.

Veamos algunas conjeturas:

  1. La posibilidad de que este hecho fuera intencionado. Si fuera así, el plan de Food Defense del que hablamos en el Episodio 5 les ha fallado.
  2. Puede ser que se mezclara por error en la planta industrial, entonces les ha fallado el Análisis de Riesgos, del que también hablamos en el Episodio 6.
  3. La empresa pensó que combinando los dos compuestos “mataban dos ácaros de un tiro” y así sería más eficaz, sin haber analizado correctamente tanto el tratamiento que hay que dar como los efectos que podría tener. Vamos, que la liaron parda. Me los imagino más o menos así:

La realidad es que el dichoso fipronil pasó a las gallinas por medio del desinfectante a través del plumaje y de ahí al organismo. Esto ha provocado que los huevos de las gallinas afectadas presenten residuos del producto y no el pesticida en sí mismo.

El fipronil podría provocar (en grandes cantidades y tomado de forma crónica) problemas en el hígado, riñones y tiroides, pero no olviden que lo que tienen los huevos son residuos, no el compuesto como tal. Aun así, en niños se podrían superar los límites permitidos por lo que es más seguro retirar todos huevos implicados del mercado y evitar posibles confusiones.

Han retirado por seguridad todos los huevos procedentes de las granjas que han utilizado ese producto (y alguna más, por si las moscas) y están analizando los resultados. Esto ha sido gracias a una maravillosa palabra con la que conseguimos tener todos los productos controlados: la trazabilidad. Hablamos de ella en el Episodio 7. Con este control podemos garantizar que está acotado el problema, sabemos quién ha utilizado la mezcla y se puede asegurar que los huevos que están en el mercado son perfectamente seguros hasta para los niños.

Nadie está libre de que un problema ocurra, pero tenemos que estar preparados para resolverlo en el menor tiempo posible. Maravillas del Imperio.



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Por Gemma del Caño, publicado el 7 agosto, 2017
Categoría(s): farmagemma