La industria alimentaria nos miente, sí. ¿Pero cuál?

Por , el 27 noviembre, 2017. Categoría(s): farmagemma


Este artículo es fruto de la colaboración de Gemma del Caño (@farmagemma) y Florenci Cutrina (@fcutrina), preocupados por la radicalización de algunos mensajes respecto a la industria alimentaria. Entre los blancos y los negros hay unas escalas de grises maravillosas, señalemos los blancos, señalemos los negros y maticemos los grises.

El consumo en datos

No podemos negar que el consumidor se siente en muchas ocasiones confundido, engañado por la Industria Alimentaria. Sobre todo, ahora que se preocupa más por su salud. No podemos anular lo que siente, pero ¿toda la industria alimentaria le miente?

En datos de 2016, cada español consume una media de 662,5 kg de alimentos al año, casi dos kg por persona al día (añadiremos que, de ellos, un 5% se van a la basura). Pero ¿qué es lo que más consumimos? Esta tabla nos da una idea de los alimentos más consumidos según el Informe de Consumo de Alimentos en España (MAPAMA), como ven, la gama desde las frutas hasta el pescado se llevan la palma (y no nos referimos al tan denostado aceite).


Fte: www.almudenaseguros.es

El resto de los productos se consumen en proporción mucho menor. El consumo de ciertos alimentos como precocinados y bollería, teniendo unos valores bastante altos, se alejan mucho en cantidades de los productos no procesados en nuestra dieta. Podríamos decir que, si ponemos en peso los alimentos, los productos sin etiqueta ocupan la mayoría de la cesta de la compra.


Afirmar categóricamente que toda la Industria Alimentaria nos miente refiriéndonos únicamente a alimentos procesados, supone dejar fuera a la gran mayoría de Industrias del país. ¿Por qué tenemos esta percepción? Los alimentos procesados, envasados, tienen una mayor carga publicitaria y de marketing, no sólo porque lo necesitan para que lo compren, si no porque están fabricados por unas pocas marcas muy potentes que saturan nuestros supermercados y nuestros medios de comunicación con su publicidad.

Y está funcionando, el incremento de platos precocinados está creciendo respecto a otros años. Eso no quita para que, con mucho, nuestra cesta de la compra esté llena en su mayoría de productos “no procesados”.

Todas las evidencias mostradas habitualmente en redes sociales, de forma muy mayoritaria etiquetas engañosas y productos poco saludables con un marketing asociado realmente dudoso, parecen converger en el mismo punto. Pero ¿estamos ante algo generalizado o estamos sesgando un sector mostrando solo los errores que cometen unos pocos? Con estos datos la respuesta es clara. Los actos de unos pocos, los que tienen suficiente capacidad para la publicidad, los envases más llamativos y los alimentos menos sanos (aunque igual de seguros) están haciendo temblar la confianza que deberíamos mantener en la red de Industria Alimentaria que tenemos en este país.


Fte: www.almudenaseguros.es

El consumo de fruta es 7 veces mayor al de platos preparados. Pero estamos tan saturados con tanta publicidad en alimentos procesados que pensamos que es lo mayoritario.

El lado oscuro de la industria alimentaria

Pero indudablemente, la industria alimentaria tiene un lado oscuro, que parte del mismo punto del que parten los fraudes o engaños en otros sectores: el dinero. Sí, no lo olviden, la función principal de las empresas, también las del sector alimentario, es ganar dinero.

El problema nace cuando para ganar dinero se va más allá de la legalidad o cuando se usan algunas trampas o promocionan ciertos alimentos poco saludables que pueden llevar a confundir y/o perjudicar al consumidor. En la primera edición del #microMOOCCA (http://grampositivo.es/2017/06/19/micromoocca-ciencia-y-alimentos/), por ejemplo, contamos con José Manuel López Nicolás (@scientia) que nos mostró algunas prácticas poco éticas cómo la estrategia del asterisco utilizadas en el sector de los alimentos funcionales (https://storify.com/gram_positivo/alimentos-funcionales-pasado-presente-y-futuro)


La legislación

El marco legislativo alimentario es amplio y rico en matices, es necesario incluir a sectores muy diversos lo que hace que en ocasiones sea ambiguo. Abarca de forma general problemáticas comunes a todos los sectores de la industria alimentaria (por ejemplo, el etiquetado) y de forma específica a problemáticas particulares de cada sector (por ejemplo, el contenido de ciertos contaminantes que puede haber en cada alimento).

Existen controles oficiales para garantizar que todos y cada uno de los productos que se liberan al mercado cumplan exhaustivamente con la legislación que les aplica. La eficacia y eficiencia de dichos controles darían para otro artículo, sin embargo, las empresas del sector saben que sus productos pueden ser analizados en cualquier momento por la autoridad competente y que si no cumplen van a ser sancionados. Es por ello que la mayoría invierten grandes recursos, por ejemplo, en garantizar la seguridad de los productos.


Cabe destacar que la mayoría de prácticas dudosas encaminadas a vender cuanto más producto mejor, confundiendo al consumidor si así es necesario, se sitúan dentro de la legalidad. Algunas empresas del sector han aprendido a buscar los vacíos y resquicios de la normativa. Por ejemplo, sabiendo la mala prensa que tiene un ingrediente como el aceite de palma, o lo etiquetan de otra manera o ponen en grande que no lo tienen (cuando en realidad nunca lo han tenido).

Los grandes lobbies de presión

Hay quien puede pensar que los vacíos legales son fruto de la casualidad, de que el mercado se ha anticipado a la legislación, de una legislación poco trabajada en algunos aspectos, etc…, y pueden estar en lo cierto. Hay quien piensa también que la propia industria alimentaria influye significativamente en la legislación a través de presiones de grandes empresas y grandes lobbies procurándose esos vacíos, y también pueden tener sus razones.

Lo cierto es que en junio de este mismo año la CEO (Corporate Europe Observatory) publicó un estudio (https://corporateeurope.org/efsa/2017/06/recruitment-errors) en el que mostraba que un 46% de los miembros de los comités científicos de la EFSA tenía algún tipo de conflicto de intereses por su relación con las empresas alimentarias o agrícolas. También es cierto que, con todo, estas cifras son mejores que las del último estudio de 2013 que revelaba conflictos de intereses en un 59% de los expertos, aunque no dejan de ser preocupantes.

La industria alimentaria como un todo

A algunos de los que llevamos mucho tiempo formando parte de la industria alimentaria de forma directa o indirecta nos duele cuando alguna empresa recurre al engaño (legal o no), pero duele del mismo modo cuando se habla de la industria alimentaria como un todo homogéneo culpando por igual a todos los eslabones.

¿De verdad la industria alimentaria es tan homogénea? Hemos intentado analizar este aspecto con datos objetivos, obtenidos de informes sectoriales, para no caer nosotros mismos en conflictos de intereses o favoritismos. De nuestro análisis se desprenden tres grandes niveles de heterogeneidad en la industria alimentaria:

– Heterogeneidad a nivel interno en cada una de las empresas.

– Heterogeneidad entre empresas.

– Heterogeneidad entre sectores.

La primera de las heterogeneidades es bastante obvia. La especialización en la realización de distintas actividades necesarias para el correcto desempeño de un entorno empresarial, cualquiera que sea, lleva a la creación de distintos departamentos. Los equilibrios entre estos departamentos dependerán de muchos factores (económicos, estratégicos, etc…) y serán determinantes en aspectos muy importantes. Por ejemplo, es habitual que haya discrepancias (y disputas muy acaloradas) entre el departamento de calidad (focalizado en aspectos legales) y el departamento de marketing (focalizado en aspectos comerciales) respecto al etiquetado. En muchos casos, dependiendo de las políticas internas de cada empresa, lo habitual es que se respeten los aspectos legales según calidad y se deje cancha a marketing dentro de esta legalidad. Así pues, piensen en los almacenistas, los administrativos, los maquinistas, los técnicos de laboratorio, etc… cuando en realidad quieran atizar a un modelo de negocio centrado en el marketing por encima de la ética. Y eso no ocurre en la mayoría de las empresas. Lo normal es que se intente llegar al equilibrio y entendimiento entre los departamentos críticos.

La segunda de las heterogeneidades se refiere a la gran variedad de empresas que existen en la industria agroalimentaria respecto su dimensión empresarial. Las empresas grandes, por lo general, tendrán grandes estructuras departamentales con grandes recursos. Por el contrario, las empresas pequeñas contarán con pocos trabajadores muy polivalentes y con recursos para cumplir mínimos. El papel y el peso que desarrolle cada una de estas tipologías y la escala de grises que se situará entre un extremo y otro, se nos antoja muy distinto, por ejemplo, ante la voluntad de presionar para conseguir detener cambios legislativos.


Fuente: FIAB

Como podemos observar la mayoría de empresas del sector son pymes, empresas que por tamaño van a cumplir mínimos, sin posibilidades de realizar grandes acciones de marketing y sin ganas de jugarse la retirada de un producto por una decisión incorrecta. ¿Entonces, por qué tenemos la sensación de que hay tantas referencias dudosas en tienda? Más allá de que cualquier aspecto negativo va a pesar más en nuestro cerebro que uno positivo, una posible explicación es la gran concentración de marcas y productos en manos de unos pocos:


Fuente: Oxfam

Por último, la tercera de las heterogeneidades hace referencia al distinto peso que tienen los distintos sectores que forman parte del tejido empresarial agroalimentario. Resulta obvio que los sectores con un mayor peso tendrán un mayor poder de influencia sobre distintos aspectos respecto a los sectores con un peso mínimo sobre el total. Los equilibrios de los poderes económicos son algo que no solo se produce en el mundo de la alimentación.


Fuente: FIAB

Conclusiones

La impotencia y frustración que generan ciertas situaciones generadas por unos pocos no deberían llevarnos una y otra vez a castigar a un colectivo completo. Hay quien invierte los pocos recursos de los que dispone para realizar las cosas lo mejor posible (la gran mayoría) y parece injusto que se le asigne la misma cuota de responsabilidad que al resto. Hay quien invierte la gran cantidad de recursos de los que dispone para mejorar eficiencias, desarrollar nuevos productos, garantizar la seguridad, etc…, tampoco parece justo que se le incluya en un todo porque sí. Mostremos los casos concretos de incumplimientos y prácticas poco éticas, denunciemos a los grandes lobbies de presión, señalemos las administraciones y órganos públicos que se dejan presionar, apuntemos los puntos en los que nuestro sistema no funciona y démosle toda la información veraz posible al consumidor final.



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