Episodio 12: Frozen Food

Por , el 11 septiembre, 2017. Categoría(s): farmagemma

Verán, el uso de productos congelados nos ha abierto un nuevo camino en la alimentación. Disponemos de los alimentos en el momento que los deseamos, en cualquier época del año y nos permite organizar mejor tanto la lista de la compra como la planificación del menú. Son una gran opción que permite una comida saludable (si lo que ha congelado es saludable, que de momento los congeladores no convierten lo insano en sano. Ya podrían). Pero para hacer buen uso de estos alimentos debe conocer la manera de congelar y descongelar correctamente cada producto.

Cada uno de nosotros tolera el frío de manera distinta, ¿cómo no lo van a hacer los alimentos si cada uno es diferente? ¡No les tratemos a todos igual!

Para congelar bien los productos lo primero que debe saber es con qué material trabaja. Vaya al congelador y mire las estrellas que tiene. Espero.

¿Ya? ¿3, 4? Perfecto. Ya habrá visto que lo tiene más o menos a -18ºC. Esa es la temperatura correcta. No lo sobrecargue y téngalo ordenado, así evitará que se le acumulen productos en la parte de abajo que se puedan estropear. Todos los alimentos deben estar cubiertos o tapados para que no se “quemen”. Es recomendable que le ponga una etiqueta para identificar el alimento, ¡luego no es fácil distinguirlo!

Si se congelaran así se vería fácil pero me temo que no…

Ahora ya tiene todo listo. No rompa la cadena de frío cuando lo adquiera en el supermercado. Llévese lo congelado al final de la compra. Procure no coger los productos que están en primera línea en los arcones, tanto abrir y cerrar pueden haber perdido frío (le mirarán mal, sí. Pero es que usted ya sabe por qué es y ellos no). Utilice una bolsa isotérmica y vaya directo al congelador. No se quede por ahí tomando algo, que el producto aguanta, pero no tiene paciencia infinita.

El envasado es importante. Dedíquele un tiempo a seleccionar la cantidad de productos que va a guardar. Puede hacer paquetes según las raciones, así no cocinará de más, no tirará comida y ahorrará dinero (y si puede, hágalo sin hambre para no poner más ración de la necesaria). Si lo envasa de forma plana, tendrá más sitio en el congelador y tardará menos en descongelarse.

Planito: como en la foto, pero estirado, no haga paquetes redondos.

Unos pocos minutos de planificación suponen más dinero del que piensa. ¡No congele a lo loco en la bandeja en la que viene!

Con el pescado, la congelación no es una opción: es una necesidad. Debe congelar el pescado para evitar la anisakiasis (infección por anisakis). Verán, se oye que con 24–48 horas es suficiente, pero eso es en el caso de congeladores potentes. Si tiene el suyo hasta los topes (como el mío), no lo deje menos de 4 días. Así confirmará que el dichoso gusanito y sus larvas están muertas. Puede recurrir al pescado congelado como alternativa (vigile el glaseo). Aún así, cocine el producto a temperatura suficiente. Salvo que tenga alergia al anisakis no importa que se lo coma… muerto.

No todos los productos duran el mismo tiempo congelados, téngalo en cuenta a la hora de guardarlo. Ponga encima los que menos duren y los que vaya a consumir antes.

Los productos ultracongelados que vienen ya en su envase, tienen su propia Fecha de Consumo Preferente.

Es duro, va cambiando hábitos, no crea que esto se hace en dos días. No desespere. Agote la comida y vaya haciéndolo bien desde ya. Ahora que ya lo tiene todo organizado y seleccionado nos queda saber cómo vamos a descongelar todo esto. Porque si la congelación es clave, la descongelación lo es más.

Intente evitar que se quede así, eso significa que el producto ha perdido frío en algún momento.

Aquí ya no interviene el buen trato del alimento (que también) sino su seguridad alimentaria. Una descongelación incorrecta puede implicar un aumento de la carga microbiana y que le suponga una infección alimentaria. Recuerde que los métodos de conservación sólo mantienen los “bichitos” a raya, quietecitos, pero en cuanto tienen ocasión, ¡ZAS!

Ese es el motivo por el que nunca, pero nunca debe congelar un alimento después de descongelado. La alternativa a esto podría ser cocinarlo bien y volverlo a congelar ya cocinado. Asegurando siempre llegar a la temperatura correcta en el interior del producto.

Primero compruebe que es necesario descongelar el producto antes de cocinarlo, por ejemplo con las verduras no es necesario y con ciertos productos procesados tampoco, nada que venga rebozado, las croquetas…

A partir de ahí existen 4 métodos para hacerlo de forma segura:

  • En el microondas: es una forma muy rápida y segura de hacerlo pero corre el riesgo de cocción de los bordes de los alimentos. Para que no ocurra, detenga el microondas cada cierto tiempo e intente poner en el exterior lo que estaba en el interior. Si en el proceso pierde agua, escúrralo y continúe con la descongelación.
  • Cocinar desde congelado: ya le he contado que con ciertos productos lo que no debe es descongelarlos para que la regeneración sea correcta. Aunque con otros, como la carne picada o ciertos pescados puede cocinarlo directamente. La temperatura del fuego debe ser media para que no se queme lo de fuera y lo de dentro no esté cocinado aún y debe darle bastantes vueltas.
  • En la nevera: esto lleva más tiempo y previsión, dependiendo del producto puede tardar unas 24 horas en descongelarse. Como parte positiva, si ese día no quiere hacerlo, puede aguantar hasta el día siguiente. También tiene su riesgo: mucho cuidado con el líquido que suelta el producto: no sólo puede contaminarse el propio alimento sino también todo lo que haya alrededor. Lo más seguro es una rejilla y debajo el plato donde caiga el agua. Es necesario especial cuidado con la contaminación cruzada entre alimentos, ni que decir tiene que más aún si existen alérgicos en la familia. Como no todo el mundo dispone de esas rejillas, si no va a utilizar el producto al día siguiente es mejor que use los otros métodos. Para productos como el pescado, siempre que lo consuma en su momento, es el método más recomendado.
  • En agua fría: este método es más rápido que la nevera pero requiere atención y un detalle importante: el producto debe estar envasado y bien cerrado. No debe realizar esta práctica si el producto no está correctamente cerrado, puede perder propiedades. El agua debe estar fría, nunca caliente. Es necesario cambiar el agua cada más o menos media hora. Otra alternativa segura (aunque menos sostenible, no desperdicie agua) es hacerlo bajo el grifo abierto. No olvide que el envase debe estar bien cerrado.

Cuide el producto y cuídese usted. Utilizar la congelación, en estos tiempos que corren es necesaria para no caer en “como lo que sea y ya está”. Lo tiene a mano y sabe cómo hacerlo.



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Por Gemma del Caño, publicado el 11 septiembre, 2017
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